3 Intervención del ex-presidente en el “Ato Pela Reconstrução do Estado Democrático de Direito” realizado en un aula de la Faculdade de Direito da UFRJ (11 de agosto de 2017, disponible aqui).
4 Hablamos acá en “revuelta” pues este fue el término utilizado por la militancia formada al rededor de los levantamientos urbanos en contra de los aumentos de las tarifas del colectivo que ocurrieron por el país entre 2003 y 2013. Por otro lado, no dejamos de llevar en consideración la concepción de João Bernardo, para quien “la revuelta es la agitación bajo banderas del lugar-común, exactamente el opuesto de la revolución, que es la liquidación de los lugares-comunes” (Revolta/revolução, Passa Palavra, jul. 2013), distinción que contribuye, incluso, en el análisis de los límites encontrados por estas luchas.
5 “La única ‘reivindicación del movimiento’ (…) no era una, dado que no dejaba espacio para ninguna organización, para ningún ‘diálogo’. En su carácter en todo negativo, ella significaba solamente el rechazo en seguir siendo gobernado así (…)”. Suena familiar esta descripción hecha en 2016 por el Comité Invisible sobre las protestas en contra de la nueva legislación laboral francesa (Comitê Invisível, Motim e destituição agora, São Paulo, n-1, 2017).
6 Es importante acordarse, por ejemplo, de la intelectual petista Marilena Chauí diciendo, en una charla para la Policía Militar, que los black blocs son de inspiración fascista. Ver ‘Black blocs’ agem com inspiração fascista, diz filósofa a PMs do Rio (Folha de São Paulo, ago. 2013).
7 Al retomar la trayectoria de la escalada represiva después del largo reflujo post-junio en Rio de Janeiro entre 2013 y 2014, la película Operações de Garantia da Lei e da Ordem (Julia Murat, 2017) dibuja la línea de continuidad entre el discurso de Dilma delante de las protestas y el discurso de cuando asume el gobierno Temer: la defensa del orden.
8 De un lado, vemos la escena en que Lula, aún sabiendo que su condena era una maniobra política, se entregó a la prisión reafirmando la confianza en las normas democráticas: “si yo no creyera en la Justicia, yo no hubiera construido un partido político, yo hubiera propuesto una revolución en ese país”. Del otro, vemos que la cúpula de la campaña de Jair Bolsonaro, aún sabiendo que ganaría las elecciones, no dejó de cuestionar la legitimidad de las urnas electrónicas o de afirmar que una victoria del opositor sería el resultado de un fraude. Eduardo Bolsonaro, uno de sus hijos, se burló del Supremo Tribunal Federal, al afirmar que para clausurarlo “bastaría un soldado y un cabo”.
9 Expresión común en los ambientes militantes para designar la estrategia dibujada por el llamado campo “democrático-popular” desde los años 1980. Tal como una pinza, la toma del poder se daría con un movimiento doble: por arriba, la ocupación lenta de los espacios institucionales; por abajo, la movilización de masas dirigida por las organizaciones populares, movimientos sociales y sindicatos.
10 “Por la primera vez, lo que se expresa en las elecciones”, dijo Paulo Arantes en una entrevista reciente, “no se resumía en generar o gestionar políticas públicas clásicas, sino tomar el poder con el enfrentamiento político” (Abriu-se a porteira da absoluta ingovernabilidade no Brasil, diz Paulo Arantes, Brasil de Fato, nov. 2018).
11 Analizando los discursos de Ernesto Araújo, el recién nombrado Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno Bolsonaro, Jan Cenek (en Trump, o Ocidente, o chanceler, o ex-prefeito, o romance e a crise, dic. 2018) llega a conclusiones parecidas: “el programa de la extrema-derecha supera el reformismo sordo-mudo, porque asume y defiende abiertamente aquello que el otro dice que no haría, pero que lo hizo y sigue haciendo. Conservado el capitalismo, la represión es inevitable, la diferencia es que la extrema-derecha defiende abiertamente la militarización y la violencia, mientras el reformismo sordo-mudo condena a ambos solamente en el discurso, que se auto-proclama democrático (pero quienes estuvimos en las calles en junio de 2013 sabemos bien qué hizo Haddad en aquél otoño).”
13 Carolina Catini y Renan Oliveira, Depois do fim (Passa Palavra, nov. 2018).
14 Se entiende por fascismo un fenómeno histórico que no es un simple sinónimo de autoritarismo exacerbado, como pasó a ser utilizado en el discurso corriente de la izquierda. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que la dictadura militar brasileña de las décadas de 1960-1980, a pesar de autoritaria y nacionalista, no fue propiamente fascista. Para una discusión extensa sobre el tema, ver João Bernardo, Labirintos do Fascismo (3ª versión, revista y ampliada, 2018).
15 Para un análisis de este proyecto de contra-insurgencia preventiva, ver “Depois de junho a paz será total” (en Paulo Arantes, O novo tempo do mundo, São Paulo, Boitempo, 2013).
16 La expresión es utilizada por Leda Paulani en “Capitalismo financeiro, estado de emergência econômico e hegemonia às avessas” (en Francisco de Oliveira, Ruy Braga y Cibele Rizek [orgs.], Hegemonia às avessas, São Paulo, Boitempo, 2010).
20 Aunque la táctica del escrache tenga un origen anterior en la izquierda, remitiendo a las luchas de familiares de desaparecidos políticos en Argentian, fue en los ambientes identitarios que en los últimos años ella ganó su forma más acabada. Para una narrativa de la dinámica de estas acciones, ver Dokonal, Sobre escrachos, extrema-esquerda e suas próprias novelas: o conto que pensei em escrever (Passa Palavra, jul. 2014).
22 “Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos.” (Marx y Engels,, Manifesto do Partido Comunista, 1848).
24 El comentario es de un obrero que filmaba en su celular el incendio en los alojamientos. El impacto de la construcción de Jirau, la sublevación operaria y la articulación entre las centrales sindicales y el gobierno para reprimir el movimiento están retratadas en el documentario Jaci: sete pecados de uma obra amazônica (Caio Cavechini, 2015). Están también los informes sobre paralizaciones, muertes, torturas y prisiones en las obras del PAC en la región Norte publicados a lo largo de los años por la Liga Operaria, grupo sindical de influencia maoísta que actúa en la región (disponibles aqui).
25 La trayectoria de la resistencia de los habitantes del Asentamiento Milton Santos, que durante el gobierno Dilma corrió el riesgo de sufrir una “reforma agraria al contrario”, fue extensamente noticiada por el sitio Passa Palavra (la cobertura completa puede ser encontrada aqui).
26 En el inicio de agosto de 2013, el Passa Palavra noticiaba una “primavera silenciada”: solamente en la región del Grajaú, en la ciudad de São Paulo, fueron “cerca de 20 predios espontáneamente tomados por familias que ya no tienen condiciones de pagar los costos del alquiler (…). Es por lo menos curioso notar que, en la secuencias de las agitaciones políticas que convencionamos llamar la ‘jornadas de junio”, haya desencadenado un proceso de lucha directa por parte de las capas más pobres de los barrios de periferia y que ni siquiera los órganos de comunicación de izquierda hayan dado la debida atención para eso.” (Ocupações do Grajaú protestam por moradia no centro de São Paulo, Passa Palavra, ago. 2013).
27 Los informes anuales del Balanço das greves [huelgas] publicados por el Dieese indican un total de 2.050 huelgas registradas en Brasil en el año de 2013, subiendo a 2.093 en 2016 (hasta el momento no fueron publicados los balances de 2014 y 2015). Pero, como apuntó Leo Vinicius, un análisis del período debe llevar en consideración “huelgas y acciones en los locales de trabajo por afuera de la acción sindical y no contabilizadas en estas estadísticas. Es probable que muchas acciones autónomas de trabajadores organizados hayan ocurrido sin que tuviésemos cualquier noticia.” (Bem além do mito “Junho de 2013”, Passa Palavra, jul. 2018).
29 Un caso emblemático es el del GEO-PR (Sistema Georreferenciado de Monitoramento e Apoio à Decisão da Presidência da República), creado por el Gobierno Lula en 2005 bajo el pretexto de proteger comunidades quilombolas, tierras indígenas y asentamientos rurales. “Abastecido con datos sobre movimientos sociales, tales como ‘manifestaciones’, ‘huelgas’, ‘movilizaciones’, ‘cuestiones fundiarias’, ‘cuestiones indígenas’, ‘actuación de ONG’ y ‘quilombolas’” a lo largo de una década, dio cuerpo a “una poderosa herramienta de vigilancia de movimientos sociales, la más grande conocida hasta el momento” (Lucas Figueiredo, O grande irmão: Abin tem megabanco de dados sobre movimentos sociais, The Intercept, dic. 2016).
30 Trecho del artículo Revolta popular: o limite da tática (cit.)
33 “O Michel forma un gobierno de unión nacional, hace un gran acuerdo, protege a Lula, protege todo el mundo. Este país vuelve a la tranquilidad, nadie aguanta más“, decía Sérgio Machado, ex-presidente de Transpetro, en su célebre conversación con el Ministro del Planeamiento del gobierno Dilma, Romero Jucá, poco antes de la votación del juicio político (grabado y filtrado a los medios en mayo de 2016, el diálogo está transcripto aqui).